martes, 11 de diciembre de 2012

Impunidad, lápida de la democracia


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YVONNE DENIS ROSARIO
La impunidad socava la fe en la justicia, alienta el crimen y sofoca las voces. Desde un clamor firme por combatirla, Pen Club de Puerto Rico, no se cruzó de brazos, y junto al PEN Internacional, la más grande asociación mundial de escritores, se unió a la campaña en contra de posturas indiferentes por parte de gobiernos en los que la libertad de expresión recibe una afrenta directa y deliberada.

Los centros en América Latina y el Caribe condenaron sin ambages el asesinato de escritores y periodistas, principalmente, en Brasil, Honduras y México. Artesanos de la palabra, periodistas que habían dejado fluir su tinta en pos de la justicia social, la democracia y en defensa de los menos privilegiados, pagaron con sus vidas. En sus espacios de creación, las estelas de indiferencia permanecen como lápidas.

Por ello, en ocasión de celebrarse el 78vo. Congreso del PEN Internacional, el PEN Club de Puerto Rico participó como país, presentando dos resoluciones en Gyeongju, República de Corea del Sur. Bajo el tema “Literatura, medios y derechos humanos”, nuestras dos resoluciones recibieron el voto unánime de más de 80 delegados en representación de los escritores de un centenar de países.

A tenor con el PEN Internacional y la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, los delegados apoyaron nuestra resolución en defensa de la identidad cultural y del uso del español como la lengua de enseñanza en el sistema de educación pública, repudiando cualquier plan de suplantación de una lengua por otra.

La siguiente resolución presentada, pidió la derogación de los artículos que censuran la libertad de expresión en el Nuevo Código Penal firmado en julio de 2012. El documento fue aprobado por unanimidad y generó una discusión interesante sobre cómo esos artículos también afectan la libertad de expresión de los escritores y los artistas. Les pareció sorprendente que la protesta fuese penalizada por el Estado.

En nuestro país es un deber la defensa de un proyecto de democracia en desarrollo. El tiempo es propicio para que el gobierno electo derogue las enmiendas que penalizan la protesta pacífica, el “performance” y las expresiones culturales indispensables para el desarrollo creativo de una sociedad.

Por otro lado, no deben quedar impunes los delitos que afectan la cotidianidad. Es evidente la incongruencia de las penas contra el maltrato a la mujer, la inexistencia de un procesamiento inmediato ante la brutalidad policíaca en menoscabo del ciudadano afectado, el abuso a los niños por parte de aquellos que debieron protegerles la vida, la ausencia de justicia institucional y la falta de cooperación cívica.

Las consecuencias sociales de la impunidad son notables en la apatía y la insensibilidad frente el dolor ajeno, el autoritarismo, la corrupción y los abusos de poder. Es tiempo de promulgar legislación justa y eficaz para el bien común.

Desde la literatura, los escritores han sido voces creadoras de ecos que invocan a la sensibilidad y la conciencia colectiva. Por eso la importancia de escribir a favor de la libertad, la justicia y los derechos humanos, y por tanto, contra la impunidad y en pos de continuar retumbando y provocando indignación ética y compromiso liberador.

Debe ser un pacto social y literario, porque los escritores y periodistas no deben vivir ajenos al contexto social tanto nacional como internacional. Es una responsabilidad colectiva inherente a la equidad. La palabra escrita es una herramienta certera capaz de enfocar la atención sobre las amenazas contra quienes sufren violaciones a sus derechos fundamentales.

Valioso es luchar por causas justas desde las letras, desde el periodismo, desde el PEN, como escritores ciudadanos. Seríamos cómplices y cobardes si guardamos silencio dejando el papel en blanco.

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